De todo un poco... Unas veces serios, otras irónicos, de pronto irreverentes o incómodos... Con noticias, curiosidades, humor, comentarios, opiniones y artículos.
sábado, 7 de noviembre de 2015
viernes, 6 de noviembre de 2015
De mercados y mercaderes
Hay algo que no
termino de entender con relación a los códigos y protocolos que se manejan en
la salud pública. Por un lado se logra que se declare la Emergencia Sanitaria y
por otro ni nos inmutamos por la cochinada que hay en los mercados de Iquitos.
Se invierten tantos millones y se pide más para dizque cuidar nuestra salud,
pero nadie garantiza -encima que pagamos- los alimentos que se venden en esos
puestos donde previamente gallinazos, roedores y cucarachas hacen sus
campamentos de verano. Franco, que no entiendo.
Piteamos más fuertes que tren de sierra por la contaminación de nuestros ríos y bosques por parte de las empresas extractivas, que bueno. Pero por qué nos parece normal que los lugares donde compramos los insumos para alimentarnos estén alfombrados por basurales y aromatizados por la inmundicia.
Con razón la noticia de que las carnes rojas pueden provocar cáncer no nos asusta, ¡qué va! Si nosotros compramos bistecs, churrascos y maruchas en medio de una orgía de bacterias, ¿para qué tanta alharaca?
Y son los vendedores y sus dirigentes que reclaman a los ineficientes alcaldes de no recoger esas toneladas de basura que producen a diario, pero son ellos o la mayoría de comerciantes los que tiran todo en los pasadizos desde verduras putrefactas hasta viseras y restos cuyo hedor le sacude la nariz a todo aquel que pasa a tres cuadras. Esto es cierto.
Y la razón es porque las autoridades ediles y regionales no remodelan sus mercados. El desagüe, las cañerías techo y canaletas, los puestos de venta, las mismas estructuras y bases están pidiendo a gritos que se les repare de una buena vez.
Y nosotros les retamos a los unos y a los otros de que nada cambiará porque no es cuestión de fierro y cemento sino de educación, de buenas costumbres y prácticas de higiene y limpieza. El que es cochino, así le pongas azulejos, agua fría y caliente y 20 contenedores, seguirá siendo cochino.
De estos comerciantes, muchos tienen vendiendo más de 30 años y pagando miserables arbitrios y migajas de impuestos. O sea lucran con un bien público y encima somos los ciudadanos quienes tenemos que invertir y ellos bien gracias. No pues, los mercados no son propiedad privada de estos señores, nosotros los facilitamos y miren como la mayoría de ellos nos pagan, justificando por todos los medios sus irresponsables manías de ser perfectos amantes de la basura.
Piteamos más fuertes que tren de sierra por la contaminación de nuestros ríos y bosques por parte de las empresas extractivas, que bueno. Pero por qué nos parece normal que los lugares donde compramos los insumos para alimentarnos estén alfombrados por basurales y aromatizados por la inmundicia.
Con razón la noticia de que las carnes rojas pueden provocar cáncer no nos asusta, ¡qué va! Si nosotros compramos bistecs, churrascos y maruchas en medio de una orgía de bacterias, ¿para qué tanta alharaca?
Y son los vendedores y sus dirigentes que reclaman a los ineficientes alcaldes de no recoger esas toneladas de basura que producen a diario, pero son ellos o la mayoría de comerciantes los que tiran todo en los pasadizos desde verduras putrefactas hasta viseras y restos cuyo hedor le sacude la nariz a todo aquel que pasa a tres cuadras. Esto es cierto.
Y la razón es porque las autoridades ediles y regionales no remodelan sus mercados. El desagüe, las cañerías techo y canaletas, los puestos de venta, las mismas estructuras y bases están pidiendo a gritos que se les repare de una buena vez.
Y nosotros les retamos a los unos y a los otros de que nada cambiará porque no es cuestión de fierro y cemento sino de educación, de buenas costumbres y prácticas de higiene y limpieza. El que es cochino, así le pongas azulejos, agua fría y caliente y 20 contenedores, seguirá siendo cochino.
De estos comerciantes, muchos tienen vendiendo más de 30 años y pagando miserables arbitrios y migajas de impuestos. O sea lucran con un bien público y encima somos los ciudadanos quienes tenemos que invertir y ellos bien gracias. No pues, los mercados no son propiedad privada de estos señores, nosotros los facilitamos y miren como la mayoría de ellos nos pagan, justificando por todos los medios sus irresponsables manías de ser perfectos amantes de la basura.
También puedes leernos en: http://proycontra.com.pe/columnistas/de-mercados-y-mercaderes/
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