domingo, 22 de septiembre de 2019

MIGRANTES XENÓFOBOS


El año 1980, un grupo de civiles cubanos ingresaron a la fuerza a la embajada de Perú en La Habana, lo que dio origen, meses después, a una de las más grandes migraciones, 125 mil personas de la isla hacia los EE.UU., a la que el mundo conoció como el éxodo del Mariel. No demoró para que a los actos delictivos que se registraran en las calles de Miami le pusieran la marca registrada de los recién llegados. Droga, prostitución, robos y asesinatos, eran titulares en los medios de comunicación locales. “Fidel (Castro) abrió las puertas de Cuba para que vayan a USA, a la escoria de su país”, es lo que se decía en la época. Expresión tremendamente injusta con los miles y miles de gente honesta y trabajadora que llegaron al gran país del norte en busca de un destino diferente.

A lo largo de estos años, hemos sido testigos de esas salidas sacrificadas de su país de origen de caravanas dramáticas de seres humanos que, poniendo sobre el hombro el equipaje de su esperanza o porque huyen de una situación insostenible en la tierra que los vio nacer, cruzaban fronteras y mares, venciendo kilómetros de distancias para llegar como refugiados a otras naciones.

Lo que ahora ocurre con los venezolanos no es, desgraciadamente, la primera “avalancha” de personas de una nación a otra. En mayor o menor cantidad llegaron en su momento, chinos, japoneses, judíos, musulmanes, cubanos, colombianos y europeos huyendo de las guerras mundiales; de las crisis económicas y políticas, del segregacionismo.

A Iquitos, llegaron muchas de estas personas, desde su origen la casa del Dios del Amor albergó a ciudadanos de diferentes lugares del mundo. Incluso en los tiempos del terrorismo, nuestros mismos connacionales, dejaron sus terruños despavoridos porque Sendero Luminoso y el MRTA sembraron la muerte y el terror, en alianza con el narcotráfico. Desde mediados de los 80, familias enteras se instalaron para rehacer sus vidas y surgir empresarialmente por estos lares.

Hoy tenemos a muchos colombianos y venezolanos, de hecho, hay de todo. Lamentablemente un porcentaje de estos exiliados se han visto involucrados en una serie de delitos. Pero resulta muy injusto y hasta inhumano, que por culpa de estos, se tenga que lapidar y señalar a todos como lo peor de lo peor, de los que habitan este planeta.

Acaso no nos incomoda, sufrimos y nos duele en el alma, cuando a los peruanos en el extranjero -muchos de ellos familiares, amigos o conocidos nuestros-, les meten en el mismo costal, todo porque hay muchos que por buscar la vida y el dinero fácil se vuelven protagonistas de las noticias policiales. Ahí están los “peruchos”, repudiados y alojados en gran número en cárceles acusados principalmente por tráfico de drogas, estafa, robos y hasta asesinatos. Es que de todo hay en la viña del señor, en todos lados se cuecen habas. Hay buenos y malos. Pillos y honestos. Vagos y chambas, aquí y en la “Conchinchina”. No seamos pues, migrantes xenófobos.

Por eso, nos resulta tremendamente indignante, que con una temeraria facilidad, con un tufillo discriminador y xenófobo, se pretenda medir con la misma vara  a todos los forasteros. En estos tiempos donde generalizar es el gesto más irresponsable y cobarde, solo nos queda rechazar con firmeza esta cultura del odio contra todo aquel que viene de fuera.

Si alguien comete un delito, pues sin contemplación alguna que vaya a parar a la cárcel. Sea quien sea y venga de donde venga. Eso lo tienen muy claro, incluso, los propios extranjeros, quienes por esta triste y dolorosa realidad se ven obligados por el griterío de la muchedumbre y, consecuentemente, la presión mediática, a cargar tan pesada cruz.


Por tantos. Por los más. Por el mayor porcentaje de migrantes -principalmente venezolanos y colombianos- honestos, trabajadores, buenos vecinos, gente de bien, personas respetuosas y respetables. Ya basta de tanto odio irresponsable y simplón.

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lunes, 16 de septiembre de 2019

DOS MUJERES MÁS QUE IMPORTAN, SI LA VIDA SIEMPRE ES ASÍ

Cuando nos dejamos llevar de la primera impresión o la apariencia de una persona, fácilmente caemos en prejuicios y hasta sentenciamos a la hoguera al que todo el mundo, bajo ese criterio, señala y condena.
Somos una sociedad donde, lamentablemente, el machismo asolapado hace de las suyas, y lo que es mucho peor, Marca y señala el rumbo de la opinión con olor a muchedumbre.
Así, es fácil tirara la piedra y esconder la mano, que se señale con el dedo inquisidor a quien se nos de la regalada gana y que todos los demás, se sientan identificados con la jauría infame.
Ayer, como quien no quiere, me enganche con El Valor de la Verdad, de Beto Ortiz, que tuvo de invitada a Génesis Tapia, una chica de la farándula, que tuvo su momento de gloria, hace poco más de un lustro.
Aquella joven que bailaba en los grupos cumbiamberos, que ilustraba las contratapas de los diarios chichas casi como Dios la trajo al mundo, que tuvo su paso como actriz cómica en Risas de América. Es decir, una de las privilegiadas de los medios y que por su sensualidad y hermosura estaba en la selecta lista de las mujeres más deseadas del país,
Sin embargo, su vida se puede resumir en: "por fuera flores, por dentro temblores". ¡Sismo, terremoto, tragedia, diría yo! La artista confesó que fue violada por la entonces pareja de su madre biológica, cuando tenía 14 años.
Quiso matarse, tomando veneno para ratas, mezclado en un vaso con leche. Los médicos de un hospital la salvaron, pero no de sus traumas.
Otra pareja de su madre, era drogadicto. Golpeaba e insultaba a la señora, mientras ella se encerraba en un cuarto con sus hermanos menores.
A la mayoría de edad, busco refugiarse en al guíen que la protegiera como padre, un oscuro empresario dueño de una cadena de salsotecas limeñas, la terminó convirtiendo, según sus propias palabras, en un estropajo humano. La agredía física, verbal y psicológicamente las veces que al miserable se le antojaba. La tenía bajo amenaza de muerte a ella y sus abuelos que la criaron, para que no lo denunciara.
Ella actualmente tiene 3 hijos, por los que ella da la vida, ha roto cadenas de su triste y doloroso pasado, para darle un presente y un futuro de amor a sus niños. "Dios nunca abandona, sino dejó que me muriera, fue porque tenía para mi el maravilloso regalo de ser madre y eso lo vale todo", señala con orgullo y sin odio en su mirada.
Hace unos días, en Iquitos, se hizo pública una denuncia de presunto abuso sexual por parte de una funcionaria contra el alcalde del distrito de San Juan. A quien, también por esos días, se le vio en un video recibiendo fajos de billetes para favorecer, aparentemente, a un empresario desde su condición de autoridad edil.
La señorita o señora, de nombre Silvana Olivos, inmediatamente, ha sentido en carne propia, la arremetida desde todos los frentes de los simpatizantes del burgomaestre. Redes sociales, medios de comunicación, mensajes y hasta gritos callejeros de gente que la tilda de lo peor.
Por qué esperó tanto tiempo para denunciar. Ella tiene sus anticuchos cuando trabajaba en tal o cuál gestión. Una mujer decente no se mete al cuarto de un hombre en un hotel. Quien que está por ser violada tienen tiempo de tomar fotos. Porqué si el día es día y la noche es noche, tuvo la osadía de hacer tal denuncia. Etc., etc., etc.
En el primer caso, de Genesis, su pasado la condena, su trabajo en el espectáculo la desacredita para cualquier denuncia seria. Y en lo que respecta a Silvana, profesional en Negocios Internacionales, su carácter alegre, el que sea extravertida, que le guste tomarse selfies con cuanto personaje pueda, de igual manera, la cercenan en su derecho a denunciar un abuso sexual. Quién le manda a ser así. Ahora que aguante.
Mujeres estereotipadas, así como ellas, tienen que aguantar por tanto, la arremetida salvaje de esta cultura y sociedad machista. Como son coquetas, entradoras y juguetonas. Que se peinan o se visten así o asa. Por como bailan, caminan y miran. Porque tienen el atrevimiento de tomarse de pronto un trago. De entrarle al juego sensual a un hombre, pues ni modo, la noche o jornada tiene que terminar en sexo. Ellas no tienen derecho a decir ¡Basta, hasta aquí llegamos! Eso solo es facultad única y exclusivamente del hombre con H de macho.
Demás esta decir, que el "reconocido y famoso" empresario que casi mata a Genesis Tapia, sigue haciendo su vida de siempre, muy normal.
En tanto a Silvana Olivos, por todo lo expuesto, la censura pública, le grita que no se atreva a denunciar a alguien que es una autoridad y tiene poder.
En medio de todo, como yo, hay cientos, miles de personas, mujeres y hombres, que lo mínimo que exigimos es que se investigue y se haga justicia. La Constitución y las Leyes de nuestro país, son claras. Se tiene que castigar a los culpables de las agresiones y violencia contra la mujer. Y la difamación y deshonra a la dignidad de las personas también. Claro, la puntería está mal orientada. Le tenemos en la mira a la que denuncia y no a los que deben administrar e impartir justicia.
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