viernes, 21 de abril de 2017

No te rindas causita

Había tantas esperanzas cifradas en ti. Una sed inmensa de beber el dulce licor del triunfo. De tocar la gloria con guantes de box. Pero el deporte es así. O ganas o pierdes. Y a ti te tocó morder lamentablemente el polvo de la derrota.
Casi dos round y cuando parecía que la hacías, un puño asesino del mexicano te puso de horizontal en la lona tras ese knock out letal.
Y nos dejaste con la preocupación en la esquina neutral, los comentarios de los encargados de la transmisión en Golden sonaban en segundo plano pese a lo bueno que hablaban de ti y como ibas hasta ese sorpresivo pero efectivo gancho al mentón.
Nada importaba, solo tu estado, los médicos y paramédicos estabilizándote e inmovilizándote para ponerte en la camilla, ahí postrado aun con los guantes puestos, querías levantarte. Es que la posición natural de un guerrero es estar de pie y no tendido en el cuadrilátero. Maicelo, “batedia”, nos metiste miedo por tu salud, pero más por instinto que por capacidad intentabas ponerte en guardia.
En tanto “causita” los que seguíamos las incidencias del combate intenso pero breve, valiente pero corto, ganabas pero te noquearon, reaccionamos cada quien como la conciencia e identificación nos mandaba.
Jode una vez más comprobar que hay cada hijiputa que se mofa, que se ríe y hasta se divierte con tu derrota. Que bronca reconfirmar que hay peruanos que están predispuestos a que un compatriota se tropiece y se vaya de cara para cagarse de risa de él.
Jonathan Maicelo, el boxeador salido de los barrios bravos del Callao, tuvo la oportunidad por mérito propio, de estar de protagonista de una noche estelar en el Madison Square Garden, nada más y nada menos la catedral del box mundial. Es decir él estuvo ahí, peleando en el ring donde lo hicieron un tal Mohamed Ali, Sugar Ray Leonard, Marvin Hagler, Roberto “mano de piedra” Durán, Mike Tayson, por mencionar solo a un puñado de verdaderas leyendas del deporte de las narices chatas.
Pero ese detalle no cuenta, solo se quedan con la imagen de la derrota, será porque su subconsciente les dice que esa es siempre su actitud. El ser perdedores. Olvidándose que el perdió representándonos, era un peruano en ese templo del box, que el destino le jugó una mala pasada y salió de perdedor.
Sin embargo, aquel que salió en camilla no es un cualquiera, no es un patín del montón. Sí perdió, le derrotaron haciendo lo que más le gusta, entregado a su deporte, a su vida. Y eso jamás puede ser visto como un fracaso.
Entonces, porqué la burla, porqué esa risa estúpida, acaso es un delincuente que fue reducido por la policía, o hablamos de un narquillo tendido en un charco de sangre tras un ajuste de cuentas, no. dejemos de ser injustos, implacables con los nuestros. Basta de tener como hobby agarrar el hacha para hacer leña del peruano caído.
Porqué el único pecado de Jonathan Maicelo, fue dejar al personaje mediático en que le habían convertido aquí  para agarrar cuatro trapos meterlos en un maletín e irse a los Estados Unidos para a trompadas subir peldaños en el Rankin mundial de los súperligeros, respirando hielo en cada entrenamiento de madrugada, porque en el día tenía que trabajar como cualquier mortal para poder subsistir. Por eso le agarramos peor que a piñata, como una pera, como un saco al que todo el mundo le mete golpe. Qué injusto y cobarde, por Dios.
Yo creo que después que pasaron ya algunas horas a “el último inka” ya no le debe estar fregando el martillazo del mexicano Beltrán, lo que debe tener en nivel de grogui, lo que le debe doler peor que un gancho al alma, o un tremendo recto de derecha al corazón, es la aptitud de muchos compatriotas. Y eso debe ser terriblemente desilusionador y devastador. Nosotros solo le decimos, “no te rindas causita… vamos mete golpe a tanta huevada”.
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jueves, 13 de abril de 2017

#DoñaDeca


#LosmemesdeMancha 1


Que cada quién asuma su culpa

No es de ahora, es cierto, pero esta degradación como que se va agravando o haciendo mucho más evidente. Como que nos estamos acostumbrando y, lo más preocupante, la gente se convence todos los días que esto es normal y por lo tanto hay que tolerarlo y aceptarlo. En el periodismo hay estilos, formatos, líneas editoriales, libertad de opinión, etc., etc., pero nada de eso tiene que ver o justifica este ‘huaico’ que arrastra la decencia y nos deja la desgracia del insulto, la grosería y la calumnia.
Con mayor razón los que tenemos la enorme responsabilidad de estar frente a un micrófono, una cámara o al teclado de una computadora. No somos seres especiales pero si estamos en la obligación de marcar la diferencia para bien. No podemos decir alegremente lo que se nos venga en gana como si estaríamos en la huerta de nuestra casa. Los medios de comunicación donde trabajamos son de servicio público y el público merece respeto.
Qué nos hace diferentes a los periodistas. En este caso, simplemente el manejo adecuado del idioma, por lo tanto debemos esmerarnos por usarlo correcta y adecuadamente, no solo en la parte gramatical sino sustancialmente para convertirlo en una herramienta valiosa y legítima para la ciudadanía y la vida democrática.
Pero de un tiempo esta parte hemos sido invadidos por personajes que han confundido la nobleza de esta profesión con el más vil de los oficios. Gente que no es capaz de hacer esa diferencia y todo porque se sacaron el número mayor de la tómbola que las autoridades y grupos de poder han convertido -desde ya hace varias gestiones- a esta labor.
Hoy creen que son críticos insultando, que con lanzar a gritos groserías están combatiendo la corrupción, que con calumniar y difamar ligeramente se gana audiencia. Hoy esos mismos son mantenidos por los poderes de turno para cumplir con el papel sucio atacando a sus ocasionales rivales políticos. ¡Sí! Son esos que sin sangre en la cara te dicen que no son periodistas pero que son comunicadores sociales, ignorando que lo primero es una especialización de lo segundo. Pero no es menos lo uno de lo otro o si quieren no deberían estar divorciados para el cumplimiento amplio de la profesión. Pero la ignorancia, en este caso, no solo es atrevida sino también grosera y matona.
Y en la práctica los tienes, principalmente en radio y televisión, rindiéndole culto en medio de gritos al insulto y a la grosería, balbuceando y sacándole lustre al estiércol y a todo el veneno que les es posible generar por encargo, por ganarse sus frejoles, por chamba delivery a tal o cual poder.
Pero yo pregunto. Acaso estos oscuros personajes son los únicos y exclusivos responsables de toda esta inmundicia. Definitivamente que no. Tan responsables o más son las autoridades -las actuales y las anteriores- porque el Gorelor y municipalidades destinan un presupuesto para mantener a sus ladradores y monos con metralleta –y eso que dicen que no hay dinero por la crisis-, en segunda línea esta los políticos que están en campaña y que también requieren del exclusivo servicio de estos mercenarios de la comunicación. Pero, creo que tremenda tajada de esta torta de barro y excremento se la llevan las audiencias, o sea los que les escuchan y/o los ven.
Mención aparte merecen los empresarios que ayudan a mantener estos espacios en radio y televisión. “Compren mi producto así se publicite en medio de la porquería”.
Entonces, decimos. Dejémonos de tonterías e hipocresías y que cada quien asuma su rol en todo este rollo. Si te gusta comer mierda… pues métele un poco de condimento y adelante… Que te haga provecho. Así de crudo, cochino y directo, señores.
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