Cuando los intereses político-partidarios o de grupos de poder económico, quiere regir los destinos de una región. O marcar el rumbo de nuestras vidas como sociedad. Simplemente es como para levantar la voz y pegar el grito hasta el cielo.
Cuántas veces hemos escuchado que Iquitos es una isla, que Loreto, salvo Yurimaguas, no tiene conexión vial terrestre y eso nos pone en desventaja con el resto del país. Cuántas veces hemos escuchado a políticos, candidatos y autoridades hablar al respecto, pero siempre eso se diluye porque la mayoría de los discursos es demagogia pura.
Cuántas veces nos hicieron soñar con que en unos años íbamos a salir por una carretera o por una vía férrea hasta la mismísima costa. Cuántas. Pues cientos de veces. Nuestros oídos ya están saturados de esos boleros cantineros. De esos ofrecimientos de cachupines y mercachifles, que tiene un floro para engatusar a la gente y le terminen comprando su cebo de culebra. Así hemos estado durante años. Y así estamos ahora.
En estos tiempos se habla del tren, pero el proyecto no sirve según los “expertos”. Se habla que una carretera sería la solución, pero inmediatamente salen los “genios” de la ingeniería para decirnos que eso no es lo que necesitamos. Vienen con el proyecto de la hidrovía, pero tampoco es la solución. En otras palabras, nada es bueno. Nada sirve, nada responde a nuestras necesidades. Nada es lo ideal para sacarnos del aislamiento. Nada.
Pero, entonces, que sirve señores. Acaso hay forma de ponernos de acuerdo. O mejor dicho, acaso hay un modo en que ustedes los “especialistas”, los “expertos”, los “eruditos”, los “genios”, puedan ponerse de acuerdo y comulgar en lo que debe hacerse para tener una puerta de entrada y salida. Bien difícil, verdad. Y saben porque, porque ninguno mira con ojos que no sean los de su interés particular o de grupo. Nadie de manera responsable mira por el cristal transparente del desarrollo sostenible de la región Loreto. Porque siempre estaremos en la maldita posición de: di algo para oponerme.
Y para complicar un poco más la cosa. A este grupo “privilegiado” que se auto reconoce como los decisores de nuestro destino, pues hay que sumarles, para restar y dividir, a los
ambientalistas y voceros de las ongs que también tienen su posición particular y muy especial al respecto. En pocas palabras, sigamos en esta isla lamentándonos a la orilla del río nuestra frustración. Queremos salir a la costa, pero no hay por dónde ni cómo. Y a ese paso, ni los hijos de nuestros hijos mirarán eso.
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