Porqué siempre nos agarramos negativamente con el año que se
va, con aquel que arrancamos su última hoja del calendario para darle la
bienvenida a los doce meses de estreno. Porqué le damos con palo, le quemamos, le
lanzamos piedras y hasta los más asquerosos escupitajos a esos 365 días que
pasan a ser historia. Siempre me he preguntado eso.
Tradicionalmente nos esmeramos en los preparativos para
despedirnos del año viejo y saludar al nuevo. Hasta tenemos cábalas, ritos y
secretitos guardados bajo siete llaves para hacer que todo nos vaya de las mil
maravillas. Y eso, curiosamente, lo hacemos minutos antes de decirle chau a
cada año que se va y se pierde en la oscuridad del olvido. Sí, todos los años es
la misma cantaleta.
Yo creo, que parte de nuestra naturaleza es echarle la culpa
de todo lo que nos pasa en la vida -sobre todo lo malo- a las horas, días,
semanas y meses. Nunca asumimos que el problema de todo está en nosotros.
Porque no existen días malos sino hay malos en los días.
No será que de una vez por todas debemos asumir nuestras
responsabilidades en todo orden de cosas. Algunos le llaman cambio de actitud,
de ir siempre con mente positiva, con buenas vibras. Se trata de mirar la vida
de otra manera porque solo así haremos que cada día del año nuevo, en este caso
el 2019, sea diferente para bien. Sean meses de cosechas, de logros, de metas
cumplidas.
Qué el 2018 fue malo. No creo. Claro que debe haber momentos
para el olvido, pero eso no puede llevarnos a derribar el árbol porque una de
sus hojas se secó. No tiene ningún sentido pensar y calificar de esa manera.
¡¿Acaso no hemos sido capaces de sobrevivir a tanta crisis económica y social?!
Y si lo malo no nos va a servir de impulso para mejorar, para cambiar de rumbo,
para enmendar, pues. Entonces levantémosle un monumento a la calamidad y
pesimismo en la sala de nuestras casas.
¿Por qué te fue mal en el colegio o la universidad...? ¿Por
qué las cosas estuvieron complicadas en la chamba? ¿Por qué nuestras
autoridades cada día están peor? Simple, este año estudia más, dedícale más
horas. Esmérate más por demostrar lo que vales en el trabajo. Sé más vigilante,
fiscaliza con mayor celo a tus gobernantes.
Las horas, días y meses, están ahí, como siempre. Depende de
nosotros si los dejamos pasar sin pena ni gloria. Sin nada que nos marque o
haga historia. Allá de aquel que no le exprima para sacarle el sumo al máximo.
El tiempo pasa, pero nosotros lo vivimos.
Celebra el Año Nuevo, disfruta bailando y previamente
comiendo tus doce uvas, dando la vuelta a la manzana, poniéndote tu trusa
amarilla, bañándote en flores y esencias. Cumple al pie de la letra tus
rituales. Pero desde ya te digo y te apuesto que todo se ira al carajo sino
cambias tu como persona. He ahí la clave, ¿o no?
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