Cuando nos dejamos llevar de la primera impresión o la apariencia de una persona, fácilmente caemos en prejuicios y hasta sentenciamos a la hoguera al que todo el mundo, bajo ese criterio, señala y condena.
Somos una sociedad donde, lamentablemente, el machismo asolapado hace de las suyas, y lo que es mucho peor, Marca y señala el rumbo de la opinión con olor a muchedumbre.
Así, es fácil tirara la piedra y esconder la mano, que se señale con el dedo inquisidor a quien se nos de la regalada gana y que todos los demás, se sientan identificados con la jauría infame.
Ayer, como quien no quiere, me enganche con El Valor de la Verdad, de Beto Ortiz, que tuvo de invitada a Génesis Tapia, una chica de la farándula, que tuvo su momento de gloria, hace poco más de un lustro.
Aquella joven que bailaba en los grupos cumbiamberos, que ilustraba las contratapas de los diarios chichas casi como Dios la trajo al mundo, que tuvo su paso como actriz cómica en Risas de América. Es decir, una de las privilegiadas de los medios y que por su sensualidad y hermosura estaba en la selecta lista de las mujeres más deseadas del país,
Sin embargo, su vida se puede resumir en: "por fuera flores, por dentro temblores". ¡Sismo, terremoto, tragedia, diría yo! La artista confesó que fue violada por la entonces pareja de su madre biológica, cuando tenía 14 años.
Quiso matarse, tomando veneno para ratas, mezclado en un vaso con leche. Los médicos de un hospital la salvaron, pero no de sus traumas.
Otra pareja de su madre, era drogadicto. Golpeaba e insultaba a la señora, mientras ella se encerraba en un cuarto con sus hermanos menores.
A la mayoría de edad, busco refugiarse en al guíen que la protegiera como padre, un oscuro empresario dueño de una cadena de salsotecas limeñas, la terminó convirtiendo, según sus propias palabras, en un estropajo humano. La agredía física, verbal y psicológicamente las veces que al miserable se le antojaba. La tenía bajo amenaza de muerte a ella y sus abuelos que la criaron, para que no lo denunciara.
Ella actualmente tiene 3 hijos, por los que ella da la vida, ha roto cadenas de su triste y doloroso pasado, para darle un presente y un futuro de amor a sus niños. "Dios nunca abandona, sino dejó que me muriera, fue porque tenía para mi el maravilloso regalo de ser madre y eso lo vale todo", señala con orgullo y sin odio en su mirada.
Hace unos días, en Iquitos, se hizo pública una denuncia de presunto abuso sexual por parte de una funcionaria contra el alcalde del distrito de San Juan. A quien, también por esos días, se le vio en un video recibiendo fajos de billetes para favorecer, aparentemente, a un empresario desde su condición de autoridad edil.
La señorita o señora, de nombre Silvana Olivos, inmediatamente, ha sentido en carne propia, la arremetida desde todos los frentes de los simpatizantes del burgomaestre. Redes sociales, medios de comunicación, mensajes y hasta gritos callejeros de gente que la tilda de lo peor.
Por qué esperó tanto tiempo para denunciar. Ella tiene sus anticuchos cuando trabajaba en tal o cuál gestión. Una mujer decente no se mete al cuarto de un hombre en un hotel. Quien que está por ser violada tienen tiempo de tomar fotos. Porqué si el día es día y la noche es noche, tuvo la osadía de hacer tal denuncia. Etc., etc., etc.
En el primer caso, de Genesis, su pasado la condena, su trabajo en el espectáculo la desacredita para cualquier denuncia seria. Y en lo que respecta a Silvana, profesional en Negocios Internacionales, su carácter alegre, el que sea extravertida, que le guste tomarse selfies con cuanto personaje pueda, de igual manera, la cercenan en su derecho a denunciar un abuso sexual. Quién le manda a ser así. Ahora que aguante.
Mujeres estereotipadas, así como ellas, tienen que aguantar por tanto, la arremetida salvaje de esta cultura y sociedad machista. Como son coquetas, entradoras y juguetonas. Que se peinan o se visten así o asa. Por como bailan, caminan y miran. Porque tienen el atrevimiento de tomarse de pronto un trago. De entrarle al juego sensual a un hombre, pues ni modo, la noche o jornada tiene que terminar en sexo. Ellas no tienen derecho a decir ¡Basta, hasta aquí llegamos! Eso solo es facultad única y exclusivamente del hombre con H de macho.
Demás esta decir, que el "reconocido y famoso" empresario que casi mata a Genesis Tapia, sigue haciendo su vida de siempre, muy normal.
En tanto a Silvana Olivos, por todo lo expuesto, la censura pública, le grita que no se atreva a denunciar a alguien que es una autoridad y tiene poder.
En medio de todo, como yo, hay cientos, miles de personas, mujeres y hombres, que lo mínimo que exigimos es que se investigue y se haga justicia. La Constitución y las Leyes de nuestro país, son claras. Se tiene que castigar a los culpables de las agresiones y violencia contra la mujer. Y la difamación y deshonra a la dignidad de las personas también. Claro, la puntería está mal orientada. Le tenemos en la mira a la que denuncia y no a los que deben administrar e impartir justicia.