Que levanten la mano los candidatos que tienen siquiera una
pizca de conocimiento sobre lo que es gestión pública. Que levanten la mano
aquellos que quieren ser elegidos como autoridades el 5 de octubre, y que por
lo menos han ojeado la Ley Orgánica de Municipalidades o la Ley que rige a los
gobiernos regionales. Que levante la mano aquél o aquella, que en todo este
tiempo de campaña ha acudido a las instancias respectivas para empaparse de
leyes, normas, reglamentos, decretos y todo cuanto rige el correcto manejo de
la cosa pública. Vale decir, una gestión transparente. ¿Quiénes, cuántos?
Cuesta creer que la mayoría de ellos esta en ese nivel.
Doble contra sencillo que ni el 20 por ciento. Y no sé por qué me tinca que aun
así, estoy siendo un exagerado o iluso. Pero, dejando de lado mi sentir,
sigamos preguntándonos en alta voz -o en letras mayúsculas si quieren- Cuantos
de nuestros afanosos y hasta desesperados candidatos al gobierno regional o
gobiernos locales, tienen en sus currículos haber sido cuándo menos dirigentes
vecinales o vocales en el comité de aula en la escuela de sus hijos. ¿Quiénes?
¿Alguien levanta la mano?
¿Alguno ha sido dirigente sindical o de base? ¿De dónde han
salido? ¿De dónde les han sacado? Y en esta parte los partidos políticos o
movimientos regionales tienen gran responsabilidad, aunque con relación a estos
últimos podemos aplicar muy bien eso de “¿qué fue primero, el huevo o la
gallina?”
Estas organizaciones políticas aparecen cual golondrinas solo en el
verano electoral. Allí no hay bases, solo dinero, money, marmaja. Por lo tanto
ante los ojos de todos, varios de estos grupos no son políticos ni aquí ni en
la conchinchina, sino PYMES o micro empresas.
E ahí elementos, más que suficientes, para entender por qué
asistimos a una campaña electoral tan pobre y mediocre. Tan limitada y mezquina
de propuestas y planes de gobiernos serios. Donde las hojas de ruta al 2035 no
están ni de borrador en papel higiénico.
¿Y cómo identificamos a los buenos en medio de tantos malos
malísimos? De hecho no es nada fácil, es como buscar la aguja en el pajar, es recontra
tranca. Pero para eso estamos los ciudadanos que por encima de nuestros
derechos -los que reclamamos tanto y
tanto como niños berrinchudos- debemos asumir nuestros deberes. El ir a elegir
reclama de nosotros los electores preocuparnos por escarbar, rebuscar y
comparar a todos los que están en condición de aspirantes a ser gobernantes. No
les pedimos un favor. Están en obligación de transparentarse, sin pretextar
ataques o vendettas por parte de los opositores.
Tenemos el deber de elegir bien y para eso debemos
informarnos de todo y de todos en estos tiempos de campaña proselitista. El futuro de nuestros
distritos, provincias y región está en nuestras manos y no en la lengua -a
veces viperina- de los candidatos. Un voto informado, pensado y responsable.
Eso señores es nuestra irrenunciable chamba.