Un paro más acabamos de padecer los iquiteños, dos días que se suman a esa racha de protestas pero que como sociedad terminan restándonos. Porque pondrá pasar el tiempo y vamos avanzando lentamente en algunas cosas, pero estamos estancados en nuestros métodos y en la forma de hacer sentir nuestro malestar al gobierno de turno.
Seguimos fregándonos nosotros mismos y no le damos ni cosquillas a los que están al otro lado de la cordillera, concretamente en Lima, decidiendo la vida de todos. Somos unos campeones en los paros bumerán , esos que vuelven y golpean al propio pueblo.
Por lo tanto, continuamos quemando llantas de manera irresponsable y delictiva, y lo peor de todo es que eso nos parece lo más normal del mundo. Hasta lo celebramos. Nos sentimos orgullosos de darles esa lección de salvajismo a nuestros hijos. Destruir y hacernos daño como sociedad es pues la mejor forma de hacer sentir nuestra indignación.
A eso vamos poniéndole su ración de basura, seguimos regándola y alfombrando de esa cochinada nuestras calles. Esa es la pulcra carta de presentación de esta impresentable ciudad. Le gritamos a Ollanta Humala porque nos arrocha con migajas, pero no nos da ningún roche convertir en un chiquero la vía pública. Hacemos fiesta con eso.
Y junto con el humo negro y el multicolor de las bolsas rotas de basura desperdigadas por todo Iquitos en días de paro, hay que inventariar en rojo todos los árboles, plantas y jardines que son arrancados de cuajo para utilizarlos en las barricadas por los revoltosos. Cómo si tuviéramos abundantes áreas verdes en la ciudad.
Hay que darle como valor desagregado a la justa y reivindicativa lucha de este pueblo el comportamiento de los piquetes que son sueltos en las jornadas de protesta como jaurías de perros rabiosos, como una horda de salvajes que agreden, golpean, rompen, destruyen, roban y asaltan. En su recorrido por las calles. Porque, señores, se debe hacer respetar la medida y que todo el mundo la acate sin chistar.
Cuántos paros más tendremos que soportar y siempre será la misma porquería de conducta. Porque la dejadez mental para inventar otras formas de protesta es más que evidente. No somos capaces de hacer algo que llame la atención mediática por lo novedoso y no por lo revoltoso. Algo que sea capaz de dejar en jaque a los malos gobernantes pero sin fregarle la vida más de lo que ya está a nuestra gente.
Total más que las salvajadas o los harakiri, lo que le jode más a palacio de gobierno es que los medios sean caja de resonancia ensordecedora de las protestas, pero para eso debemos superar paros y marchas que ya no son motivo de portada o titulares, no son “la pepa” en los medios de comunicación, salvo que abras la billetera y pagues caprichos. Entonces así tendremos hasta transmisiones en directo de periodistas que de un tiempo a esta parte se muestran tremendamente preocupados por esta región y su gente.
Un ejército de tingoteros con sus pancartas, una cadena de humana bandera en mano a lo largo de una avenida, Una jornada cultural bullanguera y colorida como “Estamos en la Calle”, una caravana de canoas, etc. Entre todos podemos enriquecer más esta lista.
Si podemos cambiar el chip y marcar la diferencia, ¡claro que sí se puede! Pero eso es chamba, hay que sudarla duro y quizás por la ley del menor esfuerzo no nos guste la idea. Porque ser agresivos, cochinos y destructores es lo más fácil. Así que si le corres al reto chapa tu llanta y quémala. Qué nos queda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario