Si nada puede estar por encima del derecho a la vida,
consecuentemente entones tenemos que decir que exigir seguridad en todo aquel espacio o recinto público es
sensato y responsable. Ese derecho por lo tanto es irrenunciable. No podemos
pretender subordinarlo o mucho menos ningunearlo por otros intereses. Dicho
esto, el derecho a la empresa o al trabajo no está de ninguna forma por encima
de la vida.
Por eso cuando la semana pasada se encendió más el debate
sobre el caso Pardo, nos llamaba poderosamente la atención de que se argumente
la inversión, el negocio y derechos laborales, cuando lo que se estaba
cuestionando era que la empresa no terminaba de levantar la serie de
observaciones que existen en ese centro de diversión. Sobre todo en el muro
periférico que están levantando a la prepo luego que un viento fuerte lo
trajera abajo como si fuera un bloque de wafler.
Los trabajadores, entre ellos los músicos o artistas del
grupo Explosión deberían en primer lugar exigir a sus empleadores que cumplan
con las leyes porque solo así podrán trabajar sin impedimento alguno. No es la
actitud de la autoridad ni la oposición de un importante sector de la
ciudadanía lo que debe molestarles, sino el que los empresarios le quieran
sacar la vuelta a las leyes.
Ahora, los propietarios de Explosión están en todo su
derecho de exigir que la autoridad municipal les tenga informado de las
acciones y medidas que vienen aplicando en ese recinto, la información clara y
transparente debe estar bajo toda luz meridiana. Nada puede estar a media luz.
Si ellos tienen que denunciar, por ejemplo, la intromisión del esposo de la
alcaldesa de Maynas en este caso, pues que lo hagan en las instancias
respectivas. Somos varios los periodistas que no ocultaremos la verdad y no
temblaremos para señalar mafias p actos de corrupción en las instancias de
gobierno, La municipalidad provincial es una institución pública por lo tanto
los familiares no tiene por qué meter las narices, y las uñas, en esos asuntos
de gestión.
Lamentablemente, una vez más, sentimos que el peligroso
virus de la politiquería que ha invadido los medios de comunicación, ha
trastocado, torcido y manoseado este tema. Indigna escuchar de uno y otro lado
posiciones condicionadas por el contrato de imagen o el sencillo que por publicidad
reciben. Están a favor o en contra de la decisión de Maynas o del Pardo
dependiendo del RUC al que facturan mensualmente. No es la seguridad de las
personas, no es la defensa de la vida o salud de los que asisten a este local.
No. Solo interesan sus bolsillos y punto.
Además, los socios del Atletic Club José Pardo, propietario de ese
predio de Mariscal Cáceres con Alzamora, han denunciado a los empresarios
arrendatarios, es decir, al grupo Explosión. Por lo tanto ese asunto queda en
el fuero privado. Los abogados de uno y otro lado tendrán que arreglar sus
diferencias en los fueros judiciales. Así que, este bailongo tiene para rato,
señores.
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