Hay dos orillas claramente identificadas. Dos bordes al filo de este río torrentoso de pendiente peligrosa. Una ribera es naranja y otra verde. Así de claros, directos y contundentes. Se entiende entonces que al medio vamos nosotros, como pueblo, como ciudadanos que somos arrastrados por esa especie de huaico politiquero.
Creo que es el momento en que marquemos posición firme al respecto. Porque la polarización que viene desde hace muchos años y que se acrecentó en el gobierno de Yván Vásquez, cuyos antecedentes como político y gobernante abonaron a esa situación. Una gestión plagada de cosas turbias que lanzó centellas de corrupción por todos lados. Siendo la megaobra del alcantarillado algo así como la marca en carne viva en su frente.
En medio de un gobierno con nota desaprobatoria fácilmente se levantan figuras como los salvadores, como el mesías de un pueblo que anda en la nebulosa. Es ahí que los caudillos hacen de las suyas y con dos o tres cantos de sirena terminan convenciendo al cauto electorado (aunque en nuestra opinión más que cauto, irresponsables electores). Los malos gobernantes pierden popularidad y cual pompas de jabón se diluyen en las preferencias electorales cuando, aún, pretenden ser reelegidos.
Y las pruebas están al canto. Fernando Meléndez, en su segundo intento por llegar al gobierno regional logró su propósito, más que por su liderazgo y propuestas, por los votos hepáticos de la gente. Es decir los anti-Yván. Eso no merece mayor análisis. Saltó y salta a la vista por sí solo. Pero eso no es lo peor. Lo peor es comprobar que pese a esta triste realidad el candidato ganador, hoy autoridad, no ha sabido capitalizar a su favor. No ha sabido llevar el agua a su molino. Esa amenaza pudo ser revertida como su gran fortaleza. Hoy a tres meses de iniciada la gestión Meléndez, con preocupación tenemos que decir que estamos en el mismo camino hacia el fracaso.
Los partidarios de Vásquez Valera jamás reconocerán ningún mérito o posibilidad en Meléndez Celis, y para los seguidores del hoy gobernante, nada del pasado reciente valió la pena. Bajo esas posiciones sellada a fuego vivo, solo nos queda estar cruzados de brazos o sacudirnos y exigir, más allá de señalamientos e intolerancias de unos y otros, una actitud responsable. Un gobierno transparente que nos demuestre que realmente comenzó el cambio.
Finalmente, si los del MIL nos aseguraron durante la campaña que serán un gobierno a puertas abiertas, y si criticaban y condenaban como lo haría cualquier persona de bien, los actos o indicios de corrupción en la anterior gestión. Porqué hoy han torcido ese principio. Lo lógico sería que se pongan maliciosos, quisquillosos y mínimamente indignados ante los rasgos o sospechas de lo que se estaría presentando en tan poco tiempo en esa orilla oficial, donde ahora se encuentran.
Porque lo que está mal y huele a podrido se percibe de cualquier lado. En cualquier circunstancia. Lamentablemente los escenarios y el tiempo serán distintos, pero las malas artes y mañas siguen.
Publicado en: http://proycontra.com.pe/mi-opinion/nada-ha-cambiado/
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